sábado, 5 de julio de 2008

Gracias hermana







La primera página de mi ejemplar de la novela Eragon presenta una larga dedicatoria encabezada con la fecha: siete de mayo del 2005.


Aquel siete de mayo, me levanté más temprano de lo usual. Me introduje en un traje muy elegante y partí a la Parroquia Nuestra Señora del Rosario de Quilpué a experimentar el tercer sacramento exigido a los feligreses de la Iglesia Católica: la Confirmación.

Mi madrina de confirmación, elegida por mí mismo, fue mi hermana mayor; la Lorena.

Está demás manifestar en este espacio cuánto quiero a mi hermana, en el fondo no es menos que eso, mi hermana. Sin embargo, creo que ese día, la quise aún más.

La Lorena no es de tomarse las cosas muy en serio. Los únicos asuntos que nunca se tomaría a la ligera son aquellos en los que nos vemos involucrados nosotros: su familia.

Cuando llegó la hora de recibir el "pequeño presente" de parte de los padrinos y madrinas yo tenía muy claro que, viniendo de mi hermana, bajo el papel de regalo no habría un objeto menor.

Recuerdo que con mucha calma saqué el paquete de la bolsa y tuve que ahogar una exclamación de sorpresa al encontrarme con un bulto rectangular muy similar a... ¿un libro?. Rápidamente lo desenvolví y, efectivamente era lo que creía: una novela. Pero no cualquier novela. La portada era cubierta en su totalidad con una llamativa representación de la cabeza de un dragón violeta. Su grosor lo explicaban las 646 páginas que lo conformaban. ¿Su nombre? Eragon y en la primera página, una larga dedicatoria firmada por mi hermana era encabezada con una fecha: siete de mayo del 2005.

Probablemente, si ese siete de mayo a la Lorena no se le hubiese ocurrido endeudarse con el regalo, tarde o temprano Eragon habría llegado a mis manos.

En medio del auge de novelas como Harry Potter, no era necesario un sexto sentido para advertir el inminente éxito del libro que cargaba en mis manos.

Sin embargo, en aquel entonces yo no era más que un quinceañero entusiasmado con la historia del joven campesino al que le cambió la vida con la llegada de un misterioso huevo azul.

Para variar, me sentía como el primer chileno en descubrir la novela. Luego comprendí que precisamente el primero, no fui. Tal vez el segundo, la primera fue mi hermana.

La novela me gustó. Me gustó bastante. Sin embargo, por momentos sentía estar experimentando un Deja vu. Algo en la historia no me era nuevo. Algo me decía que antes hubo un campesino al que le cambió la vida de igual manera. Tuvo que pasar bastante tiempo hasta descubrir quién era ese otro joven tan similar y cuál era su historia. En ese entonces, yo sólo me dedicaba a disfrutar las peripecias de Eragon y, sobre todo a agradecer a mi hermana por presentarmelo.

En la entrada que publicaré a continuación será revelado el nombre de aquel primer campesino su espada y su historia, los cuales conocí antes de Eragon. Sin embargo no lo podía hacer sin antes manifestar la carga de sentimientos que me amarran a la novela. A pesar de aquello trataré de ser lo más imparcial posible así como a toda costa he tratado de dejar en claro a quien nunca revisará este blog que su presente cuidadosamente seleccionado me gustó de verdad.

Y por supuesto, no cerraré esta entrada sin antes decirle "gracias".



Gracias hermana.

2 comentarios:

CARLOS . ANDUEZA . GARRIDO dijo...

Ya tení que pretarme ERAGON tambien entonces!
xD
pa las vacaciones de verano eso si porque con todo lo q hay que leer ni ganas dan de literatura...
no, mentira, siempre me dan ganas, pero trato de controlarlas
=(
es el fin de semestre
me tiene loco

Saludos!

Anónimo dijo...

me gustan esas cosas de ver cual se parece con cual, solo que yo pienso, que en ocasiones las comparaciones opacan lo nuevo, cuando puede aportar cosas completamente distintas.
Pero es así, cuando vi Eragorn no paraba de pensar donde había visto los super argumentos "nunca antes vistos" y aunque muchos dicen que ya todo está hecho,siempre para mi, es bien recibida una historia de fieles dragones.

cami